Servicio Manitas, un aliciente más para contratar un seguro de hogar
mayo 15, 2016Incendios domésticos: prevención y plan de emergencia
mayo 20, 2016La fachada ventilada es posiblemente el mejor sistema para la rehabilitación de edificios: mejora de la eficiencia energética del edificio, eliminación condensaciones de humedad, durabilidad, nulo mantenimiento y flexibilidad de diseño son algunas de las características que definen este sistema. De hecho, el Real decreto 133/2013 que regula el Plan Estatal de rehabilitación edificatoria y regeneración urbana 2013-2016, tiene en cuenta y acepta los incrementos de volumen de fachada que implica este sistema.
Este sistema de fachada permite el aislamiento térmico continuo de la envolvente del edificio, lo que unido a la cámara abierta entre esta capa aislante y el revestimiento cerámico, mejoran la eficiencia energética del edificio rehabilitado: en verano, reduce la absorción de calor y mejora su disipación mediante movimientos convectivos del aire en el interior de la cámara, mientras que en invierno, reduce las pérdidas de calor, así como la eliminación de puentes térmicos y condensaciones.
Sobre la fachada del edificio (hoja interior) se ancla una subestructura destinada a soportar la hoja exterior de acabado, así como una capa de aislamiento, mediante espigas plásticas o mortero adhesivo. Una vez colocada la capa aislante, se monta la hoja de acabado. La subestructura deja una cámara de aire de unos pocos centímetros entre el aislamiento y las placas que conforman la segunda piel. Las juntas entre estas placas son abiertas, permitiendo el flujo de aire.
La piel exterior o de acabado debe disponer de ranuras tanto en la parte inferior como en la superior, para permitir la renovación de aire. En los puntos singulares (línea de cumbrera, perímetro de ventanas), se deben disponer vierteaguas u otros elementos de protección para dificultar la entrada de agua en la cámara interna.
La existencia de juntas entre las piezas de fachada evita los problemas típicos de la dilatación, por lo que son fachadas que presentan un buen aspecto durante mucho tiempo. La hoja exterior también amortigua los cambios de temperatura tanto en el aislante térmico como en el impermeabilizante, prolongando su vida útil. Por último, la existencia de la hoja exterior ayuda a reducir las pérdidas térmicas del edificio: en los meses de verano la piel exterior se calienta creando un efecto convectivo que hace circular el aire en el interior de la cámara. Este “efecto chimenea” desaloja el aire caliente y lo renueva con aire más frío. En los meses de invierno el aire en la cámara se calienta, pero no lo suficiente como para crear el mismo efecto y se conserva mejor el calor.